Intermitencias
Hasta pronto.
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Publicado por Anónimo las 14:10 2 comentarios
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han de someterse al Ministerio Fiscal, estar al servicio de los ciudadanos y no de grupos empresariales, y dedicar sus esfuerzos y recursos a los delitos reprochables que se cometen en la Red, no destinando los escasos recursos públicos a satisfacer intereses privados.
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ACTUALIZACIÓN lunes 23 de julio de 2007:
Acabo de revisar los blogs y no puedo por menos que incluir al Teleoperador en mi artículillo, porque se supera cada día. Y yo que me sentía satisfecha por el retoque a la portada del Jueves haciendo alusión -en sepia- a que los tiempos pasados están más actuales que nunca... No os perdáis los enlaces de sus colegas comentaristas, tampoco tienen desperdicio, claro.
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Sé cómo acabar este pequeño ataque de rabia y, sin embargo, no sé cómo comenzarlo. A la vez me pregunto si debería importarme tanto como lo hace o si mejor me dedico a lo que debería, mi novela en ciernes.
Realmente (me ha salido sin querer), me sorprende cómo en pleno siglo XXI, superadas dos guerras mundiales y una civil, un golpe de Estado y cientos de atentados terroristas, amén de amenazas eclesíasticas con retirarnos el cielo y su coro celestial o embutirnos en apartamentos de minimetros cuadrados, no seamos capaces de reírnos de nosotros mismos y no consigamos dejar al pueblo y a sus ciudadanos hablar alto y claro y opinar sobre lo que nos cuesta tanto y nos obliga tanto.
Voy a empezar como siempre que no entiendo bien las cosas. Y lo que no llego a entender es qué tipo de leyes decrépitas nos avalan, entre tantas otras dudas existenciales que me nublan la sesera los últimos 37 años, ya son dudas y ya son años, I know.
"Censura", resulta curiosa la primera acepción que aparece en el Diccionario de la Real Academia española: 1.- Dictamen y juicio que se hace o da acerca de una obra o juicio. Ya me esperaba yo el mazo desde el principio, advirtiendo que "el que la hace, la paga", pero no, muy al contrario, hay que esperar hasta la quinta para observar que entrando la Iglesia en juego, ya no nos andamos con chiquitas... 5. f. Pena eclesiástica del fuero externo, impuesta por algún delito con arreglo a los cánones. Y pienso yo, ¿qué pasa que siempre acaban de la mano los poderes espirituales y los de rancio abolengo? ¿Y qué pintan los jueces en todo esto? No eran señores tendentes a la ceguera imparcial? Cualquiera no se queda ciego si aún tenemos por el Código Penal semejante ristra de artículos...
"Justicia" ¿Una de las cuatro virtudes cardinales? ¿Atributo de Dios...???? Otro inciso que me viene a la mente según leo las entradas de la regia academia de la lengua... ¡Anda que no estás vieja tú, querida! ¡Y todavía pretendes pastorear nuestras lenguas como si de mesnadas mediavales se tratara.CAPÍTULO II.
Artículo 490.3: "el que calumniare o injuriare al Rey o a cualquiera de sus ascendientes o descendientes, a la Reina consorte o al consorte de la Reina, al Regente o a algún miembro de la Regencia, o al Príncipe heredero de la Corona, en el ejercicio de sus funciones o con motivo u ocasión de éstas, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años si la calumnia o injuria fueran graves, y con la de multa de seis a doce meses si no lo son".
DELITOS CONTRA LA CORONA.
Publicado por Anónimo las 18:17 4 comentarios
Parece un espárrago, no para de crecer a lo largo, patas de cigala y de cuerpo de culebrilla, como esos globos de las fiestas infantiles, no sé. Eso sí, en las orejas, ha echado el resto. Supongo que no se molestará en que crezcan hasta los dos o tres años porque, como en cuestión de diez días han cogido el tamaño de las de Dumbo, pues podrá dedicarse a los dientes o a los ojos, que los tiene de ratón...
¡Mi chico! No hay sensación mejor que cogerlo en brazos cuando está agotado (en cualquier otra hora corres el riesgo de que te enganche la nariz o una oreja y te haga un piercing gratis -pero con dolor-) porque se queda quietecillo y le suena un corazón pequeñito pequeñito como un tamborcito de juguete... No más de tres minutos, puesto que ha salido a mi madre, no soporta el calor. En seguida se tira al suelo y empieza a croquetear.
Ayer le enseñamos el juego de los globos, los llenos de aire y los rellenos de agua... Una risa, no sabía coger sin pinchar y se pegó una buena ducha y cuando le daba tiempo, se tragaba los restos de la explosión y volvía como una exhalación a que le hinchásemos otro. Rita pone la boca así como gomita, blanda, y empuja el globo y juega con él un rato hasta que acaba estallando despacito, sin ruido. El otro, como tiene ese morro afilado como un tiburón, es un experto en los rabitos del globo o en coger cosas planas y, desde luego, cuando hinca el diente, salta el globo en mil pedazos y las estelas del agua parecen rayos de sol lanzados al vacío con inmensas ganas.
Nos ha revuelto las comidas y las horas de la peli; por la noche, bosteza de tal manera que parece que se ha tragado una sirena de las ferias, le gusta ladrar (a nosotros no), dormir pegado a las frías losetas y saltar detrás de cualquier pelusa que el viento empuje a revolotear. Sigue sin pedirle más a la vida que otra buena ración de comida y una juerga cuando el sol se acuesta. Sencillo y feliz, ajeno a lo que le espera...
La esterilización tendrá que llegar, inevitablemente, antes de que madure del todo. Estas medidas drásticas que escandalizarían al ser humano si se aplicasen contra él, son adoptadas con total naturalidad cuando somos nosotros los que las perpetramos contra los seres que -para mayor escarnio- ayudamos a proliferar hasta la plaga. Ratas, palomas, gatos, perros... domesticados para luego denominarlos "sobrantes" que hay que aniquilar. Esto se ha convertido en un serio problema, tan grave que hasta yo reconozco que es mejor no engendrar para luego sacrificar en perreras, cunetas, cosos de peleas, colgar de los árboles o despellejar, apedrear y tantas otras miles de maneras creativas más, que demuestran lo depravado que puede llegar a ser el ser humano.
Así que, un Che inconsciente de su inminente castración, imita ahora juegos de lucha, de toma de poder y de dominación con la que cree que es su madre o su paciente hermana mayor, ajeno a la dictadura del ser que le acoge en casa y que con todo su cariño -como si de un Estado totalitario y paternalista se tratara-, va a cercenar su capacidad de procreación, sus sentidos más intensos y primitivos, sin por eso evitarle el sufrimiento de sentir las hormonas provocar una guerra para la que no tienen misiles que lanzar.
Feliz inocencia, Che, guerrillero sin revolución.
Publicado por Anónimo las 21:26 1 comentarios
Me desperezo tarde esta mañana pero comprobando que hay un buen grupo de personas bien despierto y activo.
De momento, dos candidatos independientes de la SGAE han impugnado las elecciones del grupo de presión, digo de gestión, alegando serias irregularidades e impedimentos para la igualdad de condiciones de voto de todos los que se presentaban a las mismas. Deseo de corazón que éste acto valiente -que ya ha tenido consecuencias negativas, leedlo vosotros mismos en el blog de Eme Navarro-, de sus frutos y todos los socios de la SGAE tengan los mismos derechos y la misma fuerza su voz y su voto, y todo esto mientras irremisiblemente se disuelven los cimientos de la industria cinematográfica y musical. Ya es hora que se limpien a fondo los desvanes de las expoliadoras de derechos. A ver qué sale.
Por otra parte, ayer tarde, en el Ateneo barcelonés, estuvieron los devolucionistas dando una conferencia que esperamos Arnau Fuentes nos pueda ofrecer en breve, a todos los que no pudimos asistir, sobre la necesidad de restringir hasta su eliminación las patentes y los derechos de propiedad que no hacen otra cosa que reducir nuestro acceso a la Cultura.
Gracias por la implicación y el compromiso con que os tomáis la vida. Cada uno que trate de apoyar estas iniciativas como le parezca mejor, divulgándolas, asisitiendo a dichas charlas, debatiendo en sus blogs sobre estos temas, inventando iniciativas que despierten las conciencias de la gente...
De todas formas, ojo avizor, porque en verano es cuando suelen los políticos acudir al parlamento a votar leyes "a traición", aprovechando la usualmente poca asistencia de los parlamentarios y la aún menor atención de los ciudadanos que los dejamos jugar con nuestro Estado como si de una pleiesteision se tratara.
Feliz fin de semana a todos y todas.
Publicado por Anónimo las 13:35 0 comentarios
Esta tarde, David Gil, David de Ugarte y María Rodríguez
estarán en el Ateneo barcelonés, a las 19.30 horas, para contarles a todos y todas, una vez más, que la Devolución es el mejor insecticida que se ha inventado. No deja huella, no huele mal y elimina los efectos secundarios de los expoliadores parásitos. Si no, que le pregunten a La Passió, que parece que le han salido termitas hasta en los mondadientes...
La Devolución recupera para los que más la desean una cultura sin trabas en la que se puede ahondar para aprender o para reconstruir, destruir para crear o editar, o restablecer o simplemente, recrearse y seguir respirando. Los creadores tuvieron su oportunidad, ahora la Devolución exige que una segunda vida de composiciones, libretos, textos, vídeos, programaciones o pinturas le sean entregadas a aquellos que las encumbraron en su momento con la admiración y el dinero y a su vez vuelvan a engrosar el bagaje cultural del ser humano para que podamos crecer. Yo me alimento de mi entorno cada vez más amplio, me nutro con los acuíferos de vuestras ideas y una vez dado a luz el fruto, mis semillas son esparcidas y el ciclo de la imaginación vuelve a comenzar. Así se sostiene la Naturaleza y la Vida en cualquiera de sus ámbitos, no seamos cretinos y queramos negar lo incuestionable.
Feliz puesta en escena, compañeros devolucionistas, que vuestras voces se esparzan y alcancen las sorderas crónicas de los que se aferran a un pasado muerto y enterrado.
Ya nos contaréis...
FUENTE: Arnau
Publicado por Anónimo las 14:35 0 comentarios
ACTUALIZACIÓN MARTES, 26 DE JUNIO DE 2007 15.OO HORAS:
Este pícaro andaluz ya es nuevo miembro de pleno derecho de nuestra familia. Ni Thor, ni Mariano, el revolucionario de nuestros días se llama Ernesto, aunque los amigos le llamamos CHÉ.
Lo llevábamos a Madrid para entregárselo a una pareja encantadora pero no pudimos hacerlo. Su vivaz inteligencia, su fortaleza comprimida en una carcasa que no llega a los tres meses aún, su intensidad al afrontar las nuevas experiencias de la vida y una Rita que se ha erigido en madre y abogada de pleitos perdidos, nos convencieron de la gran verdad: DONDE COMEN TRES, COMEN CUATRO. ¡Y madre mía lo que comen...!
Pesaba a penas tres kilos cuando llegó el viernes 8 de junio, en estas fechas ya pasa los seis y medio... se resiste a que lo encorseten con arneses y no obstante, prefiere perseguir los talones de tus zapatos, lo que nos indica ligeramente, que no anda el tipo mal atendido.
Mal dormimos la siesta y andamos a saltos con los platos, mientras dos peludos intrépidos juegan de la mañana a la noche demostrándonos que la vida es compartir, lo malo porque se traga mejor entre varios y se hace diminuto y, lo bueno, porque se sublima y engorda como el arroz cuando lo mojas.
Compartid, de verdad, es tan recomendable que quita años de encima y achaques. Compartid risas, canciones, consejos y lágrimas si llega el caso, compartidlo todo que seréis mucho más felices.
Aquí os presento a Mariano (es Thor para los adoptantes -porque aún no tiene un hogar definitivo...- pero a mí me mola más Mariano, es más de la tierra y además, es que -por el morro que tiene-, nos recuerda al Mariano de "Aquí no hay quien viva", el padre "metrosexual" del portero de la finca. Es que me he chupado la serie justo después de que la echasen en la tele, ni siquiera supe de su existencia en su momento... sin anuncios y en sesiones a medida, es lo que tiene el emule), tiene menos de tres meses, pesa menos de cuatro kilos, y a tan corta edad ha pasado por el asesinato de su madre, la supervivencia, apenas abiertos los ojos, junto a sus otros ocho hermanos bajo los escombros de una obra en Montilla (Córdoba), un rescate a fuerza de engaños y comida y dos casas de acogida. Cuando se duerme, llora y siempre quiere estar bajo techo (sillas, mesillas, lo que sea), supongo que porque entre los escombros es donde más seguro se sintió. Es un superviviente nato, disfruta a pleno pulmón de la vida y ya le ha puesto las peras al cuarto a mi mole de 34 kilos. Como te dejes, te taladra con los alfilericos de sus dientes y no para de comer el muy jodío. Quiere calor de hogar pero no le interesan los mimos, prefiere el compadreo, la caña y la juerga.
Publicado por Anónimo las 23:38 1 comentarios
A veces, el sol te dora las puntas de las pestañas obligándote a cerrar los ojos durante el viaje. El cristal de la ventanilla aumenta su poder y sólo una parte de tu rostro se sonroja mientras que te adormeces. El mismo trayecto, la misma cinta asfáltica agujereada que descuajaringa las juntas del coche y de tu columna vertebral. Si escuchas música te espabilas, desgañitándote a ritmo de My chemical romance o La Excepción. Si charlas, intentas, como buen copiloto, estar pendiente al mismo tiempo de los temidos baches, los desvíos sorpresa o los radares fijos y móviles que la guardia civil pone, por tu seguridad. Media España se tuesta al sol, los insectos, sin casco, golpetean dramáticamente el frente cristalino del vehículo, cada vez más moteado. En determinados lugares, te fijas en cómo la tecnología apabulla tu retina con huertos solares o molinos de viento que ni Don Quijote osaría amedrentar. Esas gigantescas aspas segadoras de vidas rapaces te hipnotizan si las miras girar acompasadas, lentas, seguras de sí mismas. Todo es dorado, amarillean los campos, los aleros y cornisas, las vetas de los árboles sedientos y los flecos que dejan los vencejos al surcar, en vuelo raso, las orillas del camino. Los rayos solares se aplastan contra los escaparates de pueblos fantasmas y engullen colores dejándolo todo patinado en tonos trigueños. La burbuja climática en que se ha convertido el coche serpentea la ruta con cansina terquedad, a sabiendas que ni descansando bajo el soportal de una gasolinera, dejarán sus neumáticos de resoplar ni de hervir las venas sintéticas de su organismo mecánico. Si sales del refugio oyes crepitar el alma de la llama en los arcenes resecos esperando una casualidad o una perversa decisión para explotar su flama poderosa, devoradora, de un intenso anaranjado que según avanza se torna ceniciento, carbonizando, ennegreciendo, delimitando con su oscuro trazo la frontera de la vida con la abrasadora muerte.
Otros conductores y motoristas se cruzan fulminando el costado del vehículo, piensas en sus destinos, ¿a dónde irán?, ¿habrán comenzado sus vacaciones? ¿por qué van solos? ¿la prisa les puede? ¿huyen de sus rutinas? ¿abrazan con fiereza la vida que les deparará a la vuelta de la curva? ¿o prefieren no pensar y dejar que la velocidad dicte lo que les espera? Enseguida te cansas de formular preguntas vanas y continúas fijando tu mirada en el horizonte que ahora clava su pupila encendida en las tuyas obligándote, una vez más, a cerrar los ojos y claudicar. Menos mal que una cosa es cierta: la tarde asegura la promesa de empujar al sol hacia abajo, tan abajo que la plata dominará, el azul invadirá caminos, pueblos, senderos y valles y, por fin, los árboles, vencejos, arcenes y hasta las ruedas y esos circuitos de químicos fluidos, podrán refrescarse con la brisa de la luna y sus suspiros.
Acaba el traqueteo. ¡Maldita carretera! Los intermitentes anuncian una inminente y definitiva parada. El saludo del salitre seguido del ronquido del mar hidratan tu rostro y oídos, relajando los músculos encojidos por la postura obligada durante tantas horas. Como otras veces has hecho durante estos años, te desperezas, estiras brazos y piernas y te dispones a sacar el equipaje mientras tu amigo peludo y el camarada que ha conducido tu somnoliento cuerpo hasta el destino elegido juguetean, desentumeciéndose al otro lado del coche. Éste, sin una queja que no sea la del rechinar de chapas, tuercas y zapatas, se queda solo, satisfecho con la ejecución de los trazos, con el dibujo marcado en el asfalto en cada curva del puerto, con el silencioso gruñir de su motor y la potencia de un corazón que disparaba su marcha a la mínima presión de su acelerador.
Publicado por Anónimo las 13:16 0 comentarios
Estoy hablando de Cuenca. Castilla - La Mancha. España. No debería, porque lo último que deseo es que se abarrote y pierda su encanto pero, no obstante, se merece unas "¡GRACIAS!" de lo más intensas porque hasta puedo escribir estas letrillas conectándome gratuitamente a Internet. Me he cruzado con gente afable, sin estrés, dispuesta a saludar o a ofrecerte la información que necesitas. Está creciendo, la especulación inmobiliaria no se olvida de ningún rincón del mundo, y ahora mismo, seguramente peligren muchas zonas de la Alcarria o la Serranía conquense, aún así, da gusto pasear por sus calles, tiene de todo tipo, las estrechas y empinadas que te llevan hacia el castillo, la Torre Mangana o la catedral y las avenidas modernas, con sus urbanizaciones con piscina y parques donde quiera que mires. Hasta tiene un video-club donde el propietario presume de preferir "hacer amistades" a amasar fortunas. Amante del cine clásico y el independiente, todo un oasis de la profesión. Gracias también.
En una época de mi vida tumultuosa y crítica, descubro mi lugar y me instalo en él. Lo que intento es encontrar mis raíces, sí, yo las necesito. Pero mis raíces hablan de lugares sin tierra o aferrados a ella, mis raíces se refieren a regiones cercanas o lejanas, urbanas, rústicas o exóticas, mis raíces se nutren de sentimientos y pasiones, de respeto y curiosidad de ladridos de perros juguetones y arroyos luchando por fluir limpios. De mentes proyectando un futuro en armonía. Allá donde Juanan, Rita y este mundo se encuentren, encontraré mi casa.
Mientras tanto: "Buscando raices" de Daniel Higiénico
Disfrutad.
Publicado por Anónimo las 0:18 0 comentarios
(Gracias, Eme, aunque no lo parezca, sigo pendiente de tus pasos)
Aunque tengo muchas cosas pendientes, sobre todo la segunda parte de EPULIS CANINO, que me ha mantenido alejada de la vida cibernética hasta ahora, me sumo gustosa (y con las mismas complicaciones, ya que no se paralizar el blog sin eliminarlo) a la Huelga de blogs por motivos bien claros y que nos afectan a todos, bloggers o no. A los amantes de la cultura y de la LIBERTAD DE EXPRESIÓN, A LOS QUE ODIAMOS Y ENTENDEMOS QUE ES ANTICONSTITUCIONAL QUE UNA EMPRESA PRIVADA NOS DIGA QUÉ DEBEMOS PENSAR Y/O ESCRIBIR. PARA QUE EL GOBIERNO DEJE DE PACTAR CON LA $$$$ Y NOS ESCUCHE.
protesta por la iniciativa del Gobierno, que pretende otorgar a entidades privadas (como la SGAE) el poder de censurar los contenidos en internet.
hasta más ver, en mejores circunstancias.
Publicado por Anónimo las 15:35 0 comentarios
No es importante para la mayoría de la gente, pero en un mes como éste, hace 37 años y un día, nací yo. Era regordeta y enseguida se me puso carilla de china, porque mis ojos son pequeñitos y rasgados. Y una hepatitis temprana me dejó un matiz amarillento de lo más oriental. Nada fuera de lo común por otro parte.
Tranquilidad, no se me asusten, no pretendo ponerme íntima, bastantes diarios emborroné en mi juventud para acabar dándome cuenta de que mi vida no tiene nada de especial, si no fuera por la sucesión de momentos impresionantes que me ha tocado vivir, de los cuales, tampoco haré un listado porque si debo comenzar con que de aquel año lo que más se recuerda es una canción veraniega... mal empezamos.
El suceso que más me ha marcado ha sido el del negro día 11 de ese mes de hace tres años. Mi corazón se rompió en tantos fragmentos como heridos y muertos contamos en los atentados de Madrid, mientras que mi cerebro aún se revela por la mentira inmensa en la que nos vimos inmersos. Yo nací en el centro de tantas explosiones, cualquiera de esas estaciones estaba más o menos a la misma distancia de mi casa, de mi barrio, aquellas imágenes permanecerán grabadas de por vida a mi memoria aunque yo vivía por aquel entonces a bastantes quilómetros de El Pozo, Santa Eugenia o Atocha. No supero la angustia, la profunda solidaridad y compasión por las víctimas, la impotencia y la rabia que me obligaban a telefonear o enviar emails, sin descanso, para saber quién de mis seres queridos, de mis vecinos o simple y maravilosamente conocidos, habían salvado sus pellejos. Jamás olvidaré aquel muchacho cuya cara desencajada, sorprendida, se había teñido de un color que huele espeso, huele a dolor, a desamparo. Jamás olvidaré cómo se volcó la ciudad, cada ser era un corazón ardiendo y unas manos dispuestas a apoyar, a consolar, a aliviar.
Han pasado varios años y sigo derrumbándome cada vez que tengo que escuchar cómo el gobierno desoyó nuestro NO A LA GUERRA, cómo ignoró los indicios y análisis y otras investigaciones y signos de que los terroristas islámicos responderían igual que lo hicieron en USA aquel otro once, pero de septiembre de 2001; cada vez que se alude a víctimas, a solidarios, a ejecutores, de un lado o del otro de la supuesta legalidad.
Aquel año hubieron 191 muertos y más de dos mil heridos, además de la violación sistemática a que fuimos sometidos todos los ciudadanos engañados por aquellos que sabían que ETA no había tenido que ver en aquella ocasión, pero también porque sabían que no había armas de destrucción masiva y aún así, los negocios son los negocios. Tremendo, irracional, insuperable.
enlaces consultados:
http://www.teacuerdas.com/nostalgia-1970.htm
http://www.20minutos.es/noticia/213048/0/manifestacion/irak/psoe/
http://www.diasincarne.com/index.php
http://www.escolar.net/MT/archives/2007/03/hace_cuatro_ano.html
http://www.noalaguerra.com/
http://www.josecouso.info/
http://www.guerraeterna.com/archives/2004/03/cuatro_dias_de.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Atentados_del_11_de_marzo_de_2004
http://www.democracia76-04.com/
http://5lineas.com/marzo2004/
http://www.iraqbodycount.org/background_es.php
http://www.djf.net/IBC/
http://3diasdemarzo.blogspot.com/2004/10/ms-reseas.html#top
http://www2.blogger.com/post-create.g?blogID=8754017312943887936
Publicado por Anónimo las 21:00 0 comentarios
Si lees lo que los diarios tienen hoy que decir sobre las mujeres, mi "artilato" (artículo+relato. Necesito una contextopedia ¡pero ya!) te resultará un tanto vacuo.
Las mujeres, siempre menos, somos más.
Henchida de imágenes, proyectos, ilusiones. He crecido en una gran ciudad contaminada pero viva, y no sabía que se te puede mirar hasta que te anulas. No sabía que se te puede ignorar hasta que tienes que tocarte para saber si realmente estás. En mi infancia, los niños saltaban a la comba contigo aunque sólo fuera por llamar tu atención y obligarte a cambiar a juegos más vertiginosos, en donde se te puede abrazar o agarrar con fuerza y comprobar cómo tiemblas de emoción y risas. Luego, el instituto me insertó en grupos donde el teatro o las emisoras de radio reunían mentes inquietas. Nos gustaban los mayores, claro, eso siempre nos pasa a las chicas, pero nuestros compañeros de clase, al final, se convertían en amigos y algunos en maridos muchos años después. He compartido risas, confidencias, lágrimas y besos con los hombres más deliciosos del mundo y jamás me había sentido MENOS.
Aquí sí. Aquí soy menos por ser mujer. Si quieres pasar desapercibida debes casarte, caminar tras tu marido, no dar la nota y tener hijos en seguida. No, no hablo de un viaje al pasado, hablo de un viaje al interior de España, ahora, hoy, aquí. Lava su coche, ríe sus gracias, mantén sus posturas sin destacar, no intervengas en conversaciones masculinas. Sólo despliega tu inmensa variedad de encantos hasta la pubertad, momento en que los hombres elegirán lo que quieren de tí y luego, cobijada tras de tus hijos, podrás desaparecer de su vista y respirar un poco más.
Aquí he comprobado cómo teniendo algo que decir no se me escuchaba. Al contrario, mientras hablaba, los hombres miraban a mi marido y cuando yo terminaba, le respondían a él sobre lo que acababa de decir. Ofende que sepas de nuevas tecnologías, que domines algún campo en el que ellos no están familiarizados, molesta simplemente, que pienses y opines. Si muestras tus inquietudes con franqueza, verás en seguida como te someten al mayor de los desprecios, el que omite tu presencia, el que consigue que unos ojos barran el lugar donde te encuentras y no te vean, que no se oiga tu voz con el mayor de los descaros, aunque la eleves y, si protestas, aquella otra mirada en la que te anulan te hace sentir como un perrillo acobardado por las patadas.
Aquí no camines de la mano de "tu hombre", no te rías y le beses en público, no muestres tu amistad, tu compadreo con él porque lo empequeñeces (calzonazos), no cuentes que es un buen cocinero o que limpia mejor la solería que tú. Le dañarás, su credibilidad será puesta en solfa y lo convertirás en centro de sus menosprecios y sornas (maricón).
No lleves el pelo al cuatro ni te lo tiñas de colores alegres. No vistas ropas extravagantes o con mensajes significativos (activismo ideológico... si es de tipo ecológico aún peor...)
No permanezcas sin prole porque te etiquetarán de mil maneras: tortillera, tarada, enferma...
Si pides vino/cubatas, "bebidas de hombres", en definitiva, en un bar se lo sirven al varón más cercano a tí. Lo tuyo son los refrescos o, como mucho, los vertmús al medio día. Te dejan fumar pero reconviniéndote ("fumas como un carretero"). Desde luego, más te vale, si te drogas, no hacerlo en público, eso sólo se asume entre adolescentes y porque están todos locos.
No eres homosexual. No lo eres, convéncete. Estás mal de la cabeza. Dos hombres que se aman dan asco. Dos mujeres que se aman, no existen. NO EXISTEN. PUNTO.
Aquí los ojos recorren los cuerpos como tentáculos viscosos, da igual que tengas cuarenta años que catorce. Aquí eres una res a desbravar o a fecundar. Una mula de carga o un potrillo jerezano al que enjaezar y lucir en las romerías.
Aquí no hablaré de golpes, gritos y muertes. Sólo de ojos que callan tu voz o evaporan tu cuerpo. Ya ves, sólo de eso.
Feliz día de la mujer. Aprovéchalo, que SÓLO TIENES UNO.
Publicado por Anónimo las 14:04 0 comentarios
¡Claro, por eso no comía! ¡Si apretaba para masticar el pienso, se pellizcaría esa carne! Pobrecita, tan buena, me deja mirarle, no es muy grande y no parece que le duela porque se lo toco y no se retira ni se queja.
Inmediatamente, pongo agua a calentar, aplasto su pienso y lo mezclo con el agua. Se lo doy y se lo come todo con ganas. Tiene hambre pero no puede masticar. Me pregunto por qué le ha salido esa protuberancia carnosa. ¿Será por alguna astilla? Cada tarde paseamos por el campo y le encanta jugar con palos, se los tiramos y los recoge y nos vacila para que se los quitemos, nada de traerlos como los obedientes perros adiestrados. Esta chica prefiere los juegos creativos y, sobre todo, que sus papis hagan el mismo ejercicio que ella. En fin, como no tengo ni idea de lo que puede ser y está claro que así no puede seguir, llamo al Hospital Clínico Veterinario y pido cita. Viernes 2 de marzo, a las seis de esa misma tarde, Rita se las verá con los terribles médicos, esos monstruos malolientes que te toquetean y te ponen inyecciones o te tumban en esas mesas gélidas…
Una doctora vestida con una especie de pijama morado estampado con perritos y gatitos que tranquilizan más a la mami de Rita que a la propia paciente, nos atiende con amabilidad y dulzura. Lo que me asombra cada vez que voy al hospital son sus estudiantes en prácticas. Almas en pena como en "Los Otros" que persiguen a su mentora. Personas tímidas, más asustadas que los pobres animales enfermos, permanecen impasibles observando lo que el doctor de turno hace y dice, distantes, fríos. Me imagino que para Rita son figuras que impresionan, huelen tal vez a alcohol, a miedo o por lo menos a precaución. ¿Cómo se puede querer estudiar veterinaria y no sentir compasión por estas criaturas acorraladas? Entiendo que hay que ser precavido puesto que un perro (o un gato o caballos, etc.) asustado y herido o enfermo puede tratar de morderte en su defensa, pero a mí me resulta increíble imaginar que puedan ser amantes de los animales. Desde luego, no ayudan nada a mitigar el estrés de éstos. Mucho peor son esas mesas tan altas, cómodas sólo para los que exploran, están heladas y son inestables. Ningún animal en su sano juicio se subiría relajadamente a ellas para ser observado, toqueteado, explorado o pinchado. Leí por ahí hace años, creo recordar que un etólogo o un médico valenciano[5] recomendaba a los dueños de perros y gatos, que enseñaran a sus amigos peludos a no temer a esos artefactos desde cachorros, poniéndolos encima, cada día, de la mesa de la cocina o del salón de nuestras casas, al menos unos minutos y, mantenerlos ahí mediante caricias, besos, palabras dulces y alegres y alguna que otra golosina hasta que pudieran erradicar el pánico, porque esto les ayudaría mucho a la hora de visitar la sala de un veterinario o la de la peluquería, según necesidades o aspiraciones[6].
Si hay protocolos de conducta para aliviar el sufrimiento a los mártires de laboratorio[7], ¿cómo no incidir en los pacientes de clínicas veterinarias y hospitales? Pensad que mi perra es una bóxer de cinco años de edad y 32,5 kilos de peso (sí, sí, un cruce con camello, lo que queráis). Cuesta mucho subirla a semejante atalaya y, si no te dejan permanecer a su lado y tranquilizarla, lo más probable es que se lance al suelo en la menor ocasión, arriesgando sus articulaciones y huesos al caer. Yo le abrí la boca y les mostré el bulto carnoso. Evidentemente, llegó a la conclusión que tanto temíamos: habría que operarla. Seguramente no sea nada malo (¿qué dice?) y de repente, aparece una palabra que activa todas mis alarmas: “metástasis”. A poco que conozcas sobre tumores, sabes de sobra que se relaciona escalofriantemente con ellos. Dice que lo más seguro es que no sea nada, se trata de un “épulis”[8] y que normalmente son benignos pero que habrá, tal vez, que hacerle una radiografía para confirmar que no tiene los pulmones tocados y una biopsia para certificar su inocuidad.
Estoy segura de que no tengo que explicar la sensación que experimentamos. No obstante, lo haré por si algun@ de l@s que me leen no ha compartido apasionada amistad con un peludo de cuatro patas: Confusión ante todo, ¿mi niña enferma? ¡Imposible, esto es un error! Y después, escuchamos -casi sin oír- que sin esperar a más (genial la doctora en prácticas por insistir al cirujano para que operase a Rita el mismo lunes), el día 5 a primera hora teníamos que volver al Hospital para intervenirla. Casi ni recuerdo que nos comentó que deberíamos firmar una hoja de renuncia de responsabilidades médicas (algo a discutir pero que la especie humana es muy propensa a practicar, el escaqueo de obligaciones) porque “con la anestesia, ya se sabe”… En fin, una serie de recomendaciones y convenciones que nos traían al pairo porque sólo había en nuestras cabezas unas palabras que resonaban como ecos de bala: tumor, épulis, metástasis…
Menos mal que está Debbie siempre “en casa[9]” y puedo contarle lo que siento después de leer unas cuantas páginas webs dedicadas a explicar pormenorizadamente en dónde nos hemos metido. Resulta que el épulis es un tumor que afecta a algunas razas de perros, entre ellos el bóxer. Debbie también se informa y me tranquiliza: cuando una enfermedad es “característica” de una raza, tiene más “papeletas” para ser benigna que cuando resulta una excepción. Además, lo peor ya ha pasado y lo bueno es que el bulto es muy pequeño y probablemente, como todos los tumores, descubriéndolo a tiempo no habrá nada que temer. Me recomienda comida especial para post-operados e infusiones fortalecedoras del sistema inmunológico.
El fin de semana se convierte en un ejercicio extraño de tranquilidad. Me propongo ofrecerle a Rita un par de días sosegados, tal y como Debbie me recuerda acertadamente, porque si yo continúo serena ella también lo estará y sus defensas aguardarán preparadas para la intervención quirúrgica, la anestesia y el estrés que les espera. Cada noche, cada rato en que ella no está presente, los diablillos que aguijonean mi imaginación me someten a torturas indecibles. No podría vivir sin ella, no podría soportar verla sufrir. Muy inconveniente actitud. No, no puedo dejarme llevar por esos pensamientos. ¡Basta! Ella es fuerte, rebosa salud y en un par de días, podremos convertir en anécdota semejante pesadilla. Así que, me planto el chandal y disfruto de las carreras de mi hija de cuatro patas, sus idas y venidas, sus bromas y complicidades con mi marido, que suda la camiseta persiguiéndola y protagonizando las trastadas de ambos, como el niño chico que es.
La noche del domingo resulta un caos confuso, soy incapaz de dormir, aunque disimulo descartando que pueda tener algo malo, sí soy consciente de que Rita es muy especial y que tendrá que soportar una jornada muy dura el lunes. Siempre fue tímida, delicada en su trato y muy sensible. La frialdad, la brusquedad, los tonos altos y enérgicos, el desprecio o la indiferencia le afectan más que a cualquier otro ser que haya conocido. Jamás ha sufrido malos tratos ni he consentido que la violencia rozase su vida, con excepción de algún que otro perro que se ha cruzado en su camino inevitablemente, o por sorpresa, ya se sabe, de esos que tienen malas pulgas porque sus dueños los han convertido en fieles reflejos de sus inseguridades y miserias. Rita es alegre, equilibrada, con un sentido de la justicia que asombra, divertida y más dulce que la miel. Cariñosa hasta el infinito, no soporta que la apartes y se desespera si le tienes miedo. Está acostumbrada a escucharnos hablar, pero no sólo entre nosotros, si no con ella, es un miembro altamente cualificado de nuestra familia (la psicóloga sin ir más lejos) y como tal, merece nuestra consideración y respeto y, sobre todo, conoce cada tono, cada frase, cada elevación de la voz y sus gestos correspondientes. Es la típica representante de esta frase que todos los que compartís hogar con un amigo perruno conoceréis: “¡sólo le falta hablar!” y que yo juzgo totalmente equivocada, ¡sucede todo lo contrario!, es tan clara en sus actitudes, se expresa tan francamente, que no necesita pronunciar una sola de nuestras palabras para definir con exactitud lo que necesita o pretende. Por todo esto imagino esa vuelta al hospital, esas repetidas (y nuevas) exploraciones, la posibilidad de que no nos dejen estar con ella en ningún momento y sufro, sufro, sufro. Cuando el despertador cumple su cometido, deseo que llegue el martes y me levanto.
Rita lleva desde la noche anterior sin comer ni beber agua. En ayunas la llevamos al campo porque es el lugar donde ella se siente feliz, donde más se relaja y disfruta del momento. Ha pasado un buen fin de semana así que, lo mejor es que haga sus necesidades tranquilamente y se disponga a afrontar el día de la mejor manera posible. Sólo el tamborileo de nuestros corazones le tiene que advertir que algo no va bien. Aunque seguro que el ajetreo mañanero, el vernos a ambos levantados tan temprano y dispuestos a coger el coche ya le escamará porque de tonta no tiene un pelo. Si os digo que al entrar en la ciudad universitaria tiene claro a dónde va, tampoco os extrañará mucho. De todas maneras, Rita se toma las cosas con mucho empaque así que, hasta que no ve peligro cierto no se pone a temblar. Lo que sucede nada más entrar en la sala de espera del Hospital. Cuando percibo su miedo me la llevo inmediatamente a la calle, mientras mi marido espera que nos llamen. Pero hace mucho frío en la calle (¡qué inoportuna bajada de temperaturas, con el fin de semana tan primaveral que hemos tenido!) y sobre todo, Rita no puede dejar a su padre solito, en ese lugar infernal donde le van a hacer muchas putadas, como le pasa siempre a ella. Así que, me lleva dentro de nuevo y poniendo sus patas en los hombros de mi marido y llenándole la cara de lametones, le advierte notoriamente, que aún estamos a tiempo, que salgamos de allí pitando y tan contentos. Pero nada, impertérrito, su padre le tranquiliza y le pide que se siente un poco y esté un rato quieta.
En esas aparece la doctora del viernes. Rita recula. Nos dice (la doctora) que en un momentito tendremos que pasar con ella a hacerle las primeras pruebas pre-operatorias. Se va. Suspiramos aliviados… los tres. Aparca en la entrada un autocar enorme de estudiantes que vienen de visita. Menudo follón se arma. Una de las profesoras advierte con cara de ¿asco? No sé interpretar gesto y tono, la verdad:
-¡Vamos a ver! ¡Silencio! ¡Esto es un hospital! De animales, pero un hospital al fin y al cabo.
La puntualización me repugna. Esa maldita superioridad humana nos tiene al borde del deshielo, con la capa de ozono hecha un queso de gruyere pero aún sacando pecho. Lástima.
Rita y yo nos dedicamos a entrar y salir para expulsar la presión que nos oprime el gaznate. El aire fresco despeja a la vez que penetra en los huesos y te da fuerzas para regresar. Se oyen unos lamentos perrunos estremecedores. Tienen perros con los que experimentan. Aunque también hay animales ingresados, convalecientes de diferentes dolencias. Puede ser uno de ellos. Prefiero pensar eso. Mi marido está nervioso por lo que decide tomarse un café… La máquina está en otra sala. Nos deja solas y aparece la doctora reclamando nuestra presencia… (9.30horas, aproximadamente).
En este caso, trata de empatizar con “la víctima” acariciándole las orejas. ¡Inmensa metedura de pata! Ya les dije el viernes que la perra tiene las orejas muy sensibles, que un veterinario sanguinario, en una exploración rutinaria, casi le perfora de lado a lado y, meses más tarde, una perrilla que tuvimos en acogida se aficionó a ellas también, provocándole una infección muy dolorosa por lo que, con apenas un roce, ella lanza un dramático gemido y decide acto seguido no dejarte que la toques más. Claro, la idiotez por mi parte de dar por hecho que recordarían la cuestión, es imperdonable. Ya no hay nada que hacer, Rita se pega entre la pared y mis piernas negándose a salir y temblando como una hoja. La doctora le habla con suavidad y le da a oler cada herramienta terrorífica que va a utilizar con ella: termómetro, fonendoscopio, aguja y jeringuilla e incluso la máquina de afeitar electrónica (¿¿de verdad vas a usar eso??). Rita agradece su comportamiento pero no deja de padecer. Para colmo, este instrumento resulta de tortura porque no funciona bien y le pellizca la piel a la perra, que tan asustada como está (encaramada a la mesa congelada), pega un grito, un brinco y se nos cae de la camilla. Esas figuras estudiantiles de las que hablaba al principio no prevén semejante actuación y les pilla de sorpresa quedándose, como siempre, inmóviles. Por más que trato de sujetarla, no puedo con ella y cae al suelo desde atrás arañándose un poco la tripa. No ha sido un golpe fuerte pero el susto se incrementa y yo estoy perdiendo la compostura. Se van a por una cuchilla de afeitar normal (ya deberían saber que todos estos trastos asustarán a los animales y los predispondrán contra cualquier exploración. ¡Cuánta insensibilidad!) Y rasuran a la pobre Rita sin que diga ni guau. Ahora, uno de los estudiantes observa que a su perro tendrían que haberle hecho todo esto desde lejos, “con cerbatana”, porque no se hubiera dejado ni soplar. Mi perra no ha amagado un sólo mordisco y ni remotamente se le ha ocurrido gruñir. Tanta bondad me destroza.
Le extraen sangre para la analítica, le ponen el catéter (tampoco se queja), le vendan y nos vamos de nuevo a la sala de espera. Se repite la petición perruna de marcharnos, ahora refleja desesperación. Salimos a la calle y maldigo el rato que ha tenido que pasar. Todavía le queda ponerle los electrodos para el electrocardiograma (que no será válido por lo que temblará de miedo) y la visita del cirujano para comprobar que lo que va a quitar está ahí y no es imaginación de… la dueña (10.15 horas, aproximadamente).
El cirujano es una réplica exacta del señorito andaluz. Parece que acaba de llegar de su cortijo montando a Cagancho. Pelo negro engominado, actitud soberbia, ni siquiera se acerca a nosotros o nos saluda. Pasamos a la sala con la perra, porque (juraría) la teme y no se atreve a abrirle la boca. La doctora en prácticas nos pregunta si a nosotros nos dejará mirarle el tumor. ¡Por supuesto! ¿Es que no lo viste el viernes? ¿Es que no has tenido suficientes muestras hoy de bondad y paciencia? La que no abro el pico soy yo, ni que estuviera loca, sólo escucho cómo el especialista habla dirigiéndose a su alumna sin mirarnos, y deseo con toda mi alma que todo lo que tiene de altivo y petulante lo tenga de profesional y experto. Le pido que me traduzca y lo hace, en definitiva, que no hará radiografías porque sólo se trata de una pequeña protuberancia que casi con total seguridad no será maligna. Dos grandes suspiros internos (mi marido y yo, Rita lleva un rato sin respirar). Una vez más, nos hacen salir. Desde las nueve que llegamos hasta las once y pico en que se la llevan, nos la pasamos entrando y saliendo de salitas a la calle y de la calle a las salitas. Todo sigue su curso. Recuerdo que la “colaron” porque en esas mismas horas tenían un caballo citado para operar, por lo que el médico ha sido maravilloso incluyendo a Rita en su ajetreada mañana (Bendito seas).
Cuando la amable doctora en prácticas viene a por Rita, insisto en que me dejen ir con ella hasta que se duerma. No hay manera. Rita no quiere ir con semejante arpía pero ella la engatusa con juegos y mi niña inocente se resigna y obedece. Si hubiera sido más brava, aún se lo habrían hecho pasar peor. Os aseguro que en el hospital todos la adoran. Desgraciadamente conoce al de dermatología, a la de digestivo y a todos los estudiantes y médicos desde hace cinco años. Toda una pupas…
Pasa una hora de retorcimiento dactilar y angustia, nos hacen firmar el escaqueante papelito (en el que curiosamente me piden mil datos y ellos no escriben ninguno: ni el número de colegiado del cirujano, ni la actuación clínica, ni la otra cosa a la que me comprometo firmando, el presupuesto, ponen la fecha de casualidad, claro que yo tampoco firmo con mi nombre, estoy a un tris de garabatear Lech Walesa o Piotr Ilich Chaikovski) y continúa la espera. No hay señales de vida, bueno sí, pasa el segundo turno de visitas adolescentes (rezamos para que no tengan que visitar quirófanos…), algunos de ellos comen bocadillos mientras les enseñan cómo los animales son… lo que sea que estén haciendo con ellos (extirpándoles épulis, por ejemplo); vienen los de logística trayendo paquetes de gasas y demás mercancía aséptica; las celadoras se relajan en la hora del desayuno; los médicos se fuman su cigarrito; los futuros veterinarios entran y salen -mochila a cuestas- sin decir ni buenos días… Toda una procesión incesante, menos la doctora tan amable a la que esperamos como agua de mayo.
Aparece por fin, justo un segundo, para continuar con sus labores, pero mi cuerpo se interpone en su camino y mi cara de congestión le anima a decirnos que ya está dormidita, que ahora le operarán. ¿TODAVÍA? ¿Qué han hecho con ella hasta ahora? ¡Por dios, si ha pasado una hora o más! Madre mía, ahora sí daba yo mi brazo derecho porque pudiese hablar y contarme qué ha pasado ahí dentro. Me dice que ha sido muy buena (¡Ya lo se yo, no te jode!).
Media hora después, como mucho, aparece mi heroína. La puerta se abre pero no se cierra. Observo detenidamente para saber si son los estudiantes, los médicos o las celadoras, y tras unos interminables segundos, surge una carita dulce y trastornada. Me levanto de un brinco y voy corriendo a buscar a mi hija. Ella retrocede confusa, mareada, apoyándose en la que supongo ha sido su única amiga ahí dentro. Acerco mi cara a su nariz y al olerme recupera la noción de su existencia y quiere comerme a besos e incluso saltar. A penas si puede dar un paso pero está decidida a saludar a médicos, transportistas, celadoras y estudiantes (ya os dije que jamás pierde ocasión para ser amable y detallista). ¡Madre mía, Rita, déjate de cortesías, que te acaban de operar, puedes exigir atención y mimos o transformarte en un cocodrilo furioso! ¡es tu momento! Trata de besar a su padre poniéndose a dos patas, nos besa y saluda entusiasmada, pero borracha perdida. Como noto que su euforia es exagerada, me la llevo a la calle despacito, para que se despeje pero, sobre todo, para meterla en el coche y que descanse de una vez. Se que la veterinaria me dice que todo ha salido bien y que los cachitos de épulis que flotan en el frasco son ridículos y tienen buena pinta, se que mi marido pide explicaciones más detalladas y que me largo de allí a toda leche.
Cuando abro el coche y ayudo a mi niña a subirse en el asiento trasero, cuando la beso y le pido que descanse, cuando le susurro que ya ha pasado el terremoto, sólo entonces, espero tranquila a que mi marido me cuente con detalle los pormenores de la operación.
Me he ido sin despedirme, por fin, he huido como Rita quería…
Dentro de quince días sabremos si el épulis pequeño y rosita es bueno o malo. Por ahora, Rita se recupera estupendamente. Le han recetado antibiótico para siete días por si se infectase la herida. Al día siguiente (ayer) le miramos la encía y pudimos certificar satisfechos que el cirujano ha sido un artista. Maravilloso corte en el que no se aprecia que allí hubiera algo indeseable y molesto. Señor, ha cumplido usted con lo más importante, es un experto y le agradezco profundamente su precisión y seriedad. Ojalá fuese menos… humano. No se puede tener todo, todavía…
No os despistéis, parientes bípedos de los perros (aunque esto también le pasa a los niños más no se contagia, ¡por dios!) el épulis puede traer graves consecuencias, puede afectar a huesos, pulmones, puede tener consecuencias tremendas para el perro, pero si observáis sus costumbres y su anatomía con atención y cariño, lo descubriréis (esto y cualquier otra anomalía) a tiempo y, aunque entrar en una clínica veterinaria suele ser una experiencia traumática, siempre es necesaria porque SALVA VIDAS, que es lo que importa. Poco a poco, conseguiremos, además, que los médicos adoren su trabajo pero no lo vean como tal, que se agachen para ponerse a la (exquisita) altura de sus pacientes, que sientan lo que ellos sienten, que palien su estrés y su miedo, que les hablen y acaricien, que consientan que los familiares permanezcan el mayor tiempo posible al lado de ellos o alcancen tales mejoras en el entorno clínico, que los perros, gatos, caballos, no tengan que refugiarse entre las piernas de sus amigos de dos patas en busca de protección y presas del terror.
[1] http://www.vetderm.net/ (inglés)
http://www.cvm.uiuc.edu/petcolumns/showarticle.cfm?id=113 (inglés)
http://www.geocities.com/CollegePark/Field/5413/index.htm
http://www.revistacanina.com/notas_anteriores.php?notaID=119
[2] http://biocampus-ve3b.uab.es/univet/docs/alergia.pdf
http://www.fmvz.unam.mx/fmvz/revvetmex/a1999/rvmv30n1/rvm30110.pdf
Publicado por Anónimo las 20:50 5 comentarios
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