lunes, 30 de julio de 2007

Bombas de racimo: la muerte interminable.

Me sumo a la campaña de Human Rights Watch que intentará que se erradique el uso de las bombas de racimo, tras leer el llamamiento a la solidaridad de Francisco Polo en su blog.
Pinchad en los enlaces -en el de Francisco Polo encontraréis una traducción del anuncio de la campaña-, porque los muertos que nos reclaman son en su mayoría niños, que recogen estos deshechos del crimen creyendo que son juguetes. Los artefactos que dispersan las bombas de racimo permanecen en los campos, en las ciudades, por todas partes, y recuerdan que el conflicto nunca acabará mientras estas malditas bombas sigan fabricándose y utilizándose, ya que permanecen latentes haya terminado o no la guerra de turno, hasta que un campesino, o un niño o una mujer que recoge los destrozos de su vida para rehacerla, se topan con semejantes tubérculos explosivos y sufren las espeluznantes consecuencias. Amputaciones y muerte... ¡Qué vergüenza que España sea uno de los fabricantes!

¡Que el calor del verano no licúe nuestra solidaridad! Nosotros vivimos muy tranquilos pero la paz de nuestros días la fabrican guerras y muertes no tan lejanas...

Que la conciencia no os estropee unas buenas vacaciones.

Y perdón por la moralina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Me siento tan orgullosa de haber aportado mi pequeño granito de arena!

¡¡¡ENHORABUENA A TOD@S!!!

:D