martes, 23 de octubre de 2007

Madre con dos hijos

Una no da a basto cuando los nenes comienzan a medir sus fuerzas. La mayor se harta de los descaros del peque que, a juzgar por cómo (come) crece, de menor no tiene nada. Dentro de siete días cumplirá siete meses y ya casi pesa y mide lo mismo que Rita, cuyos seis años y 34 kilos, le amparan, de momento. Su presidencia se tambalea porque el revolucionario sin ejército (como no sean las piezas afiladas que alinean firmes en su mandíbula) ha tomado posesión de un cargo que aún no sabemos si merece. Las formas le pierden y su agresividad, también. Seamos justos, parece noble en sus acciones, arrebatadas de energía que no sabe dominar.
A veces hay abrazos que te crujen...

Rita, tan dulce, paciente, dispuesta siempre a la adaptación, al cambio, inteligente, intuitiva, sabia traductora de mil lenguajes humanos: miradas, gestos, entonaciones... compite contra la fuerza bruta, la pasión y la necesidad natural de hacerse hueco. ¿Renovarse para retroceder?

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