domingo, 1 de julio de 2007

Mi Ernesto


Mi Che, sigue siendo ERNESTO, cuidado, Che es el apodo... que se lo gana día a día el muy mamón. Ya no hay quien duerma la siesta hasta que él no empieza a bostezar, entonces salimos los tres corriendo a acostarnos a ver cuánto le dura el sueño.

En realidad, no puedo quejarme, entiende que te mueres de bien, lo del SIÉNTATE, VEN AQUÍ y saltar de un sofá a otro, como si fuera un trapecista... se pega unas leches y empieza a gritar como loco uyu yu yui yui yui yui, así con todas las vocales y LA consonante. Demasiado aguanta para lo pequeñito que es y la cantidad de borriquerías que hace. El día 30 cumplió 3 meses. Todo un hombretón que se revela si le complicas la vida o restringes sus privilegios.

Ya le van gustando los mimos, todavía no sabe besar (igualico a mi Rita, que si te descuidas, mete la lengua por la oreja y la saca por el ombligo...), y se queda flipado cuando le comes la tripilla a besos; éste es más higiénico y te espulga con los dientecillos pequeñitos de delante, te da una grima y unas cosquillas que te desmayas, es así el muchacho, algo rústico pero sanote. Estos últimos días está más liado que la pata un romano con lo del pis. De repente, echa a correr de un lado para el otro (siempre se espera hasta el último momento para tan aliviadora acción) con el chorrillo suelto porque claro, entre el patio, la planta de arriba y la terraza, no se aclara el hombre. Sí que domina lo de ponerle "de patitas en la calle" y nunca más apropiada la expresión, y ponerse él ipso facto a hacer sus necesidades como si le fuesen a pagar o algo. La leche.

Parece un espárrago, no para de crecer a lo largo, patas de cigala y de cuerpo de culebrilla, como esos globos de las fiestas infantiles, no sé. Eso sí, en las orejas, ha echado el resto. Supongo que no se molestará en que crezcan hasta los dos o tres años porque, como en cuestión de diez días han cogido el tamaño de las de Dumbo, pues podrá dedicarse a los dientes o a los ojos, que los tiene de ratón...

¡Mi chico! No hay sensación mejor que cogerlo en brazos cuando está agotado (en cualquier otra hora corres el riesgo de que te enganche la nariz o una oreja y te haga un piercing gratis -pero con dolor-) porque se queda quietecillo y le suena un corazón pequeñito pequeñito como un tamborcito de juguete... No más de tres minutos, puesto que ha salido a mi madre, no soporta el calor. En seguida se tira al suelo y empieza a croquetear.

Ayer le enseñamos el juego de los globos, los llenos de aire y los rellenos de agua... Una risa, no sabía coger sin pinchar y se pegó una buena ducha y cuando le daba tiempo, se tragaba los restos de la explosión y volvía como una exhalación a que le hinchásemos otro. Rita pone la boca así como gomita, blanda, y empuja el globo y juega con él un rato hasta que acaba estallando despacito, sin ruido. El otro, como tiene ese morro afilado como un tiburón, es un experto en los rabitos del globo o en coger cosas planas y, desde luego, cuando hinca el diente, salta el globo en mil pedazos y las estelas del agua parecen rayos de sol lanzados al vacío con inmensas ganas.

Nos ha revuelto las comidas y las horas de la peli; por la noche, bosteza de tal manera que parece que se ha tragado una sirena de las ferias, le gusta ladrar (a nosotros no), dormir pegado a las frías losetas y saltar detrás de cualquier pelusa que el viento empuje a revolotear. Sigue sin pedirle más a la vida que otra buena ración de comida y una juerga cuando el sol se acuesta. Sencillo y feliz, ajeno a lo que le espera...


La esterilización tendrá que llegar, inevitablemente, antes de que madure del todo. Estas medidas drásticas que escandalizarían al ser humano si se aplicasen contra él, son adoptadas con total naturalidad cuando somos nosotros los que las perpetramos contra los seres que -para mayor escarnio- ayudamos a proliferar hasta la plaga. Ratas, palomas, gatos, perros... domesticados para luego denominarlos "sobrantes" que hay que aniquilar. Esto se ha convertido en un serio problema, tan grave que hasta yo reconozco que es mejor no engendrar para luego sacrificar en perreras, cunetas, cosos de peleas, colgar de los árboles o despellejar, apedrear y tantas otras miles de maneras creativas más, que demuestran lo depravado que puede llegar a ser el ser humano.

Así que, un Che inconsciente de su inminente castración, imita ahora juegos de lucha, de toma de poder y de dominación con la que cree que es su madre o su paciente hermana mayor, ajeno a la dictadura del ser que le acoge en casa y que con todo su cariño -como si de un Estado totalitario y paternalista se tratara-, va a cercenar su capacidad de procreación, sus sentidos más intensos y primitivos, sin por eso evitarle el sufrimiento de sentir las hormonas provocar una guerra para la que no tienen misiles que lanzar.

Feliz inocencia, Che, guerrillero sin revolución.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por cierto, que las deliciosas fotografías me las ha cedido Elena M., el ángel de la guarda de Che, antes Thor, puesto que ella le salvó de una muerte segura, le cuidó y me lo entregó cuando ya estaba más que acostumbrado a los mimos.