Hola a tod@s, el nuevo año no ha comenzado como esperábamos los que vivimos en esta península desquiciada. El atentado de ETA nos ha dejado como el innombrable de un mes de marzo no muy lejano, arrasados y con la vergüenza ajena de ver unos políticos que no representan a nadie, discutir por el ranking de popularidad sobre una pila de muertos. Vergüenza y asco es lo que siento. Unos por crispadores y destructores, otros por difusos, indecisos, faltos de conceptos e iniciativas válidas, todos ellos olvidados del pueblo que no está fracturándose por mucho que televisiones amarillentas o facciones ahora crecidas intenten hacernos creer. El pueblo quiere y exige PAZ, que los políticos maduren de una vez, que dejen de engordar sus carteras y den paso a personas honestas, preparadas, capaces de afrontar que el siglo XXI llegó y que los nuevos retos consisten en escuchar al pueblo que habla, que ya no aguanta más presiones y abusos y que tiene nuevos medios de expresión que no han de ser cohartados si no examinados con atención y respeto. Aunque no puedo dejar de pensar en que los culpables, siempre, al fin y al cabo, son los que MATAN. Y creo que l
os cachorros no se quieren retirar, es muy cómodo ser el chérif del lugar y dar mucho miedo. ¿Cómo te pones a currar de sol a sol como un pringado más, a partir de ahora? Quita, quita, mola más llevar la pistola en el pecho y notar cómo la gente que te rodea agacha la cabeza cuando pasas por la calle. Desearía que supiéramos unirnos todos para que los vascos no sientan miedo y salgan a la calle a rechazar la Muerte.
Rechazo nacionalismos, yo apuesto por el ser vivo, por el habitante del planeta herido; me hace mucha gracia que se disfracen de izquierdistas los que utilizan el miedo y la muerte como negocio, como "vocación", como "carrera profesional", son más cercanos al fundamentalismo, al fascismo, no insulten a mi inteligencia, por favor. No me interesan las fronteras que no hayan edificado los mares, ríos y montes y, las culturas y tradiciones, sólo si enriquecen
sin putear a nadie. Me gustan los pueblos, viajar y conocer sus raíces, el porqué de sus devenires, pero sin imposiciones, que un chino y un asturiano tienen mucho que enseñar y mucho que aprender. Ojalá cada individuo fuera su pueblo, su fuente de riqueza cultural y filosófica, lúdica, etc, y quisiera aportar tanto como absorber.
Me iba a alegrar al menos un poquito porque de nuevo
Jorge Cortell estaba en la brecha, cuando
me entero -como siempre, tarde-, que
David de Ugarte quiere pasar a la "reserva activa" y que
David Gil no se puede conectar a Internet (si tu supieras, David, la que hemos tenido con timofonica por querer comprarles un router inalámbrico, pagas -MUUUUCHOOOOO- y, encima, te putean). Yo que estaba tan contenta, escribiendo el capítulo octavo de mi segunda novela, enfebrecida de ánimo y esperanza porque no parando de escribir es como me siento completa, satisfecha y claro, me había desconectado más de la cuenta de mi suministro de nutrición ciberactivista y, resulta que te das la vuelta y te golpean la colleja más miserable que se te pueda arrear, así, sin anestesia.
Necesito un poco de sentido común, de ganas de hacer las cosas bien, de honradez y decencia, por una vez, señores. Miro a España y me doblo en una arcada infinita: políticos corruptos, empresarios vampiros, constructores aniquilantes, ciudadanos asfixiados e inconscientes. Y para colmo, echan a Moritz de Operación Hermano o no, como se dice, Gran Triunfo.
¡Qué fuerte la telebasura! Y qué coño haré yo perdiendo el tiempo embruteciéndome con esos parásitos que dicen llamarse "plataforma de lanzamiento de estrellas" cuando no son otra cosa que chupaniños. Les llaman sin descomponerse "producto", les machacan con que "ellos no dirigen" cuando lo que querrían exclamar es "¡TÚ NO PUEDES PENSAR, ERES MI MUÑECO MOLDEABLE!", por eso intento imaginar que los jóvenes no están atrapados, que la fama o el dinero fácil no compensa a una mayoría, que quieren seguir siendo libres a pesar de las políticas antiprivacidad, invasivas, que tratan de subyugarnos, someter ya no nuestros cuerpos si no nuestras mentes. ¡Cómo sufrirían Orwell y Chaplin al comprobar que sus discursos están más vigentes que en su propia época!
Me viene a la memoria Stephan Zweig, incapaz de soportar la violencia de su tiempo y pienso ¿Qué nos depara el futuro? ¿Seguiremos ignorando el calentamiento global? ¿Que las gentes de la mayor parte de la Tierra pasan necesidades? ¿Que la Naturaleza sufre nuestro despiadado trato?
No me gusta el ser humano y mi pesimismo puede resultar insoportable expulsado así, a bocajarro, nada más comenzar vuestro año (el mío comienza en octubre) en el que os dejáis patear en los umbrales de los grandes almacenes, al mínimo grito de "¡rebajas!". Por cierto, qué vergüenza de nuevo ver cómo TODAS las televisiones hicieron la mejor campaña publicitaria al Corte Inglés en vez de quejarse de sus insuperables precios y su voraz afán de acaparar todo el comercio. En vez de advertir que el 90% de lo que compramos no nos sirve para nada y de que nos hemos convertido en CONSUMIDORES, no en ciudadanos, ni en individuos o seres vivos. Somos su producto, el objetivo de su codicia, como ese maldito anuncio en el que te animan a tomar un medicamento efervescente para que puedas trabajar a destajo, sin aliento, apenas recuperadas ya tus dolencias, trabaja, trabaja, estúpido, y cómprame todo lo absurdo que te vendo a precio de oro para que mientras yo me baño en urnas de porcelana, tú no puedas caminar de frente por el pasillo de tu microcasa si no de lado, porque no cabes, pero eso sí, no te revuelvas, no intentes opinar porque TE ESTAMOS VIGILANDO.
Felices Sueños, estáis en Mátrix. Aquí nunca pasa nada.