lunes, 4 de agosto de 2008

EL ESPÍRITU DEL LOBO AMARILLO

Mon, 12 Jul 2004 01:25:55


Me gusta pensar que Darby fue un jefe valiente y digno. Por cómo mantenía mi mirada en nuestro primer encuentro. Por cómo levantaba su cola unos palmos del suelo aparentando una normalidad que su organismo no compartía.

Darby estaba muy enfermo cuando lo encontró mi perra en uno de nuestros paseos. Era evidente, porque ni siquiera le atrajo el sexo contrario de su descubridora, ni se inmutó con sus ladridos primero de alerta y luego de juego. Un sonido sordo y fiero surgido desde las profundidades de su instinto, le advirtió que no se anduviera con bromas. Ella captó el mensaje. No iban a ser amigos. No mendigó comida y tampoco rechazó su destino. Esquivó a los seres humanos camuflando su manto dorado entre el pasto infestado de moscas y garrapatas. El calor lo aplastó contra el suelo, pero sus ojos rugían y su orgullo lo mantenía despierto, para vender cara su vida, como ya dije otras veces.

Se sorprendió al escuchar mis zalameras palabras, al recibir comida sin palos, al recortarse la distancia que siempre había mantenido. Un día, hasta trotó para recibir su ración diaria de esperanza. Algo bueno pasaba después de ¿cuántos años? puede que no muchos, pero qué jodidos. Pero su cuerpo rechazaba lo que él masticaba lentamente. Los días pasaron como una sucia condena y esa gente se acercaba tercamente para ofrecerle algo que ya no podía servirle. Y además, hasta tuvieron la osadía de rozarle con sus dedos... y se rebeló.

¡Después de tanta basura, de tanta soledad y violencia vienes con mentiras! Me ladró y me gruñó, mantuvo sus ojos de miel clavados en los míos. Me obligó a bajarlos y a retirarme sometiéndome como otros tantos ya lo hicieron durante su vida. No me avergüenzo. Tal vez fue el mejor momento que pude ofrecerle. Su valor y su vida estaban a salvo.

Ya no consintió que nos acercásemos nunca más. Hasta que un día dejamos de verlo. Hemos buscado, lo hemos llamado, nos hemos dado por vencidos hasta que mi perra, como lo saludó, fue a despedirlo. Un fuerte olor le advirtió, la seguí corriendo, el corazón en un puño. Su pelaje entre las hierbas y mi sollozo después de tanta rabia y angustia contenida. Tendido en el suelo. Muerto, solo, ajeno al maldito ser humano que un día presumió de su porte guerrero y sus dotes de guardián.

No lleves un perro a tu casa, no lo regales, ni a niños ni a novias, el perro fue tu mejor amigo, CANALLA, no te molestes en meterlo en tu casa, en ofrecerle tu finca para luego tirarlo a morir solo.

Darby tuvo un espíritu indomable que no olvidaré jamás. Mi lobo amarillo. Su alma es libre y salvaje, murió con dignidad, le obligaron a llevar una vida indigna de su estirpe.

Maldito sea el que maltrata a un animal.

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