jueves, 14 de agosto de 2008

Amenaza lluvias en el interior, el sol brilla en la costa

Observo los minutos llegar y marcharse, algunos caen lentos, como el polvo sobre los muebles, imperceptible. El brillo de los ojos se atenúa y el latido, antes juguetón o intrépido, ralentiza su paso, cansado. El cielo azul intenso ya no luce igual. Amenaza lluvia, que rociará sólo mi alma, porque el verano arrasa fuera. Respirar supone un esfuerzo mayor cada vez, así como mover mis brazos o mis piernas. Quisiera cerrar los ojos pero la mente trabaja para oscurecer mi mirada interior, obligándola a descubrir recovecos siniestros recién olvidados. No voy a moverme, tampoco lucharé, sólo quiero que pase la tormenta. Así, inmóvil, toda sentimiento, toda angustia, desbordarme y descansar. Las lágrimas brotan hasta mojar la almohada, el llanto crece, son los truenos, el pecho se agita por el oleaje; embravecido, el dolor aumenta, crestas de espuma arañan con su fuerza las rocas y empujan mi frágil esqueleto contra la costa. Me despedazo, no queda de mí más que cansancio.

Dormir.
...
...
...

Ecos lejanos, reflejos, destellos, cruzan el cielo. El sol rasga telas negras, se viste la tarde de luces doradas, presumen los árboles, se han lavado la cara. Estiran los girasoles sus brazos y se contonean bailando con la brisa. Mariposas alocadas rozan mi mejilla buscando agua, un mal gesto les aleja: ¡está salada! Se abren mis ojos y escuece la luz que penetra en el cuarto. Pestañeo, me desperezo, las piernas crecen, se alargan, igual que mis brazos, abarcan la cama, rozan la suavidad de las sábanas. Respiro tan hondo que me hincho y comienzo a flotar. En mi mirada el resplandor escapa buscando el horizonte, veo el mar, tranquilo, me llama, los pájaros azuzan mi vuelo.
















Como una hoja, me dejo resbalar por la atmósfera, balanceándome, me poso en la superficie de un azul profundo que me sostiene, me mece, me besa, me abraza. Corrientes celosas despiertan con su frescor mis sentidos ¡nada! ¡muévete! Me zambullo, veo peces de colores, un delfín impulsa mi cuerpo y salto como una sirena de caleidoscópicas escamas.

Vertiginosa, alcanzo la playa, me yergo, avanzo, inclino mi cuerpo hacia delante y echo a correr. El viento seca mi pelo rojo, llamas encienden sus cortos mechones. Desaparezco en el horizonte, la noche ha caído.

Soy un cometa, no me alcanzarásssssssssssssssssssssssssssss


2 comentarios:

Imagine Photographers dijo...

Pues no se si es un sueño, pero es toda una experiencia. Me ha encantado:)
Saludos,
Franki

Anónimo dijo...

Gracias Franki, realmente, todo comenzó con una tristeza "basada en hechos reales", pero supe dominarla escribiendo, como casi siempre, es infalible para mi, terapia positiva...

Gracias por visitarme, un placer siempre.