martes, 8 de julio de 2008

¿Hubo prórroga?

¡Qué frío hace! Parece como si la piel crujiera y fuese a romperse. Este tipo del puro me está amargando la tarde, por dios, que asco. La fila de arriba mueve los asientos con sus saltos y empujones, en uno de estos, me pisotean seguro. ¡Bah, es igual, no tengo ganas de discutir con nadie! No me estoy enterando de nada, tendré que inventarme la crónica del partido, esta vez será por causa justificada, los dedos se han congelado. No sé por qué le doy tantas vueltas, esto es así, no hay más que hablar. Ella dice que soy un tremendista, el médico que la operación es inviable, sus padres que no hay que perder la esperanza, los niños… esos saben más que nadie, por eso lloran a escondidas y no se descuelgan de la mama en todo el día. Este tío no suelta el balón, qué chupón, claro, te la estabas jugando, tanto regateo pues ahí lo tienes, patadón y punto en boca, que el árbitro es casero y no se va a meter en líos con estos borricos. Por las mañanas no olerá a café la casa, ni al regresar tendré la mesa puesta con sus servilletas decoradas y la jarra de agua bien fresquita. Los niños se irán con los abuelos, a ver dónde los dejo yo mientras tengo que viajar, la echará de menos hasta el hámster, si no es por ella, se nos habría muerto de hambre tantas veces. Y sus padres y los paseos por el parque, charlando sobre las olivas de esas tierras que vendieron hace siglos… Qué será de nosotros, señor…
…Señor…
-Señor, tiene que marcharse, el partido acabó hace un buen rato…
-¿Qué? ¿Cómo? ¿Eh? ¿El partido? ¡Ah, joder! ¡Qué coño me ha pasado, estaba soñando despierto…! Vale, vale, me voy ya, gracias. ¿Por cierto, hubo prórroga?
Madre mía se ha hecho de noche y yo aquí pegado al asiento éste decorado con pegotes de chicles tan pegados como yo.
Camina lentamente, rumiando sus desgracias, en el bolsillo del anorak aprieta con ganas una carta grasienta y envejecida por el paso de los meses.

Paco, esto es insoportable para mí. Llevas años pasando tus ojos por delante de mí sin verme. Los resultados de la biopsia son negativos. Por fin soy libre. Los niños y yo nos vamos. Nos regresamos a nuestro país, éste nunca nos aceptó del todo, seguro que porque tú tampoco lo hiciste. Harta estoy de comer en solitario, de asfixiarme entre muros de cemento, porque eso son tus orejas, incapaces de oírme llorar cada noche. Me marcho con los niños porque he visto cómo te cargan, cómo los miras largamente sin saber qué decirles, como si no fuesen tuyos, con esa duda lacerante que me insulta cada día. Quiero ser persona a tu lado y lo que he logrado es caminar como los muertos. Yo no tenía cáncer, eres tú que me envenenas el alma con el desprecio de tu indiferencia. Te he querido tanto…
Olvídame y rehaz tu vida, serás feliz sin este peso que somos para ti.
Lucrecia, José y Karín Odilia

4 comentarios:

Unknown dijo...

Bufffffff... da escalofríos... tanta incomunicación, tanta soledad,... sí que es una noche fría, sí.

Qué bien escribes, S.

Anónimo dijo...

sí que me ha salido triste, sí...

Gracias por entrar en mi casa, Escocés, aunque tu taberna es tan acogedora que no sé ni como sales de ella por ahí... :)

tú si que eres un maestro.

Besines, como me dice una amiga del norte: "no es que sean pequeñitos, si no llenos de cariño" :D

Unknown dijo...

Estoy con Danny, triste triste. Pero lo has narrado de una manera sobrecogedora y muy buena Sofia. Sobre todo la carta que deja de despedida. Lastima de amor perdido y de vida malograda... pero le dejas una puerta a la esperanza. Un beso ...

Anónimo dijo...

Gracias Juan me alegra que pases por aquí, esta es tu casa.

Hablas de esperanza y digo que no para él, no lo siento, la esperanza es un regalo que ella merece por su capacidad de perdonar y por tener arrestos para atreverse a empezar de cero con dos hijos a su -único- cargo.

La carta pesa más de lo que parece, habla de la injusticia sobre la mujer inmigrante, el sanbenito de los prejuicios, la difícil aceptación social (a menos que cobren el mínimo "moral")en un país al que se le ha olvidado que tuvieron que salir por patas disparados hacia muchos puntos de Europa y América... en fin, inevitablemente triste, desde luego.

Prometo enmendarme.