Estimado señor Morote, sigo emocionada, anoche pude escuchar las palabras con las que usted dio vida a Pavel, Igor y Sonia, tras las magníficas interpretaciones de Luppi, Callau y Labordeta. Mencionar a Luppi es caer en el absurdo, porque su presencia lo enriquece todo sin más. Callau también está inmenso, e incluso el lazo suave que los ata a los dos, Ana, es digno merecedor del aplauso cerrado y contundente que los vecinos de Cuenca, España, le ofrecimos ayer sin reservas en la única representación de El Guía del Hermitage. Y emocionada sigo, porque enseguida
quise conocerle a usted, el padre de la hermosa criatura y resulta que además, necesito mirarme en el espejo de su tesón y su voluntad, porque rondo los cuarenta y aún tengo la insuperable ilusión de aprender a escribir. No le aburriré con mis pinitos que son más bien tropezones, sólo deseo una y mil veces más, agradecerle la generosidad con que nos brinda en formato .pdf su obra teatral. Así podré tenerla tan cerca, y además, regalarla en formato libro a familiares que ya se han interesado por ella, al notarme tan repentinamente fans de su talento. Perdóneme por no haberle conocido hasta ayer, desde hoy, me tiene para siempre.
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